Séptima sesión:
Esta sesión me ha ayudado a entender mejor la importancia de seleccionar y graduar los contenidos con sentido, con el objetivo de formar a los alumnos para usar el lenguaje de forma funcional y crítica.
Aunque la normativa actual permite cierta flexibilidad en la programación, esa autonomía solo tiene valor si se aplica con criterio. No se trata de suprimir contenidos, sino de repensarlos, por ejemplo, enseñar sintaxis no para memorizar estructuras, sino para comprender cómo funciona el lenguaje y cómo se construye el pensamiento.
Durante la sesión, analizamos distintos elementos que deben guiar cualquier planificación educativa. También trabajamos en la elaboración de una programación breve y en la evaluación comparativa de libros de texto. Esta parte práctica me pareció especialmente útil para ver qué materiales realmente favorecen un enfoque competencial y cuáles siguen anclados en una visión más academica.
Me quedo con la idea de que una enseñanza significativa debe partir de las necesidades reales del alumnado y no de la inercia de repetir lo que siempre se ha hecho. Esta diferenciación es lo que puede transformar de verdad la práctica en el aula.
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