Sexta sesión:
En esta sesión seguimos reflexionando sobre qué tipo de contenidos trabajamos en el aula y, sobre todo, para qué los trabajamos. Una idea que ha salido bastante es la de que memorizar por memorizar no tiene sentido si no va acompañado de un uso real. Aprender algo solo para repetirlo en un examen no es lo mismo que aprender algo para utilizarlo, para pensar o para expresarse mejor. Al final, considero que ese debería ser el objetivo.
Muchas veces, lo que se hace en clase responde más a lo que el profesor considera “importante” desde su experiencia o formación, que a lo que realmente necesita el alumnado para manejarse en su día a día. Y eso, en parte, puede ser lo que mantiene esa imagen de la asignatura de Lengua como algo alejado de la realidad. Quizá es el momento de cambiar el chip y dejar de enfocarlo todo en definiciones, tipos o esquemas, y empezar a trabajar la lengua como herramienta para comunicar, argumentar y pensar con autonomía.
Otro tema que me pareció muy interesante fue cómo gestionar los conflictos en el aula cuando el alumnado defiende posturas poco fundamentadas o ideas que simplemente no son ciertas. Lo que se dijo en clase es que como docentes, no podemos caer en discusiones infundadas. A veces lo más eficaz es dar espacio, pedir que argumenten y dejar que ellos mismos lleguen a sus propias conclusiones. En definitiva, enseñar a pensar y no tanto a obedecer.
Para mí, es mucho más importante que el alumnado aprenda a pensar por sí mismo, a cuestionar los discursos de los demás y a saber argumentar sus opiniones de manera clara, que el hecho de que sepan de memoria una definición.
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